Tuve miedo como no lo he tenido jamás, pero no quise que mi madre y mis hermanas me creyesen cobarde. Entré en el salón con un nudo en la garganta que amenazaba con bloquear mis cuerdas vocales. La decisión estaba tomada. Sus caras estaban llenas de incertidumbre y preocupación. Una lágrima incauta cayó por mi mejilla sin yo poder evitarlo. - ¡Hija! ¿Estás bien? La voz temblorosa de mi madre me sacó del letargo. Demasiados días sin pronunciar una palabra, en estado de ensoñación permanente, sin dejar que nadie se acercase. No quería despertar porque si lo hacía sería real, él se habría ido para siempre. Fue en un micro segundo que me di cuenta que ya no se trataba sólo de mí. Aquí estaba ahora, delante de las mujeres más importantes de mi vida a punto de dar el paso más importante de la nuestra. Sostuve sus miradas durante lo que pareció una eternidad. Me armé de valor y respondí. - Estoy embarazada-. sonreí. Autora: Sonia Parra Ferrández
Clara se miró al espejo. Observó a la persona que la estaba mirando desde el otro lado. No la reconocía. Ojos hinchados y enrojecidos, rímel corrido, surcos que dibujaban su sufrimiento bajo la atenta mirada de su reflejo. Sin embargo, transcurridos unos minutos, su mirada cambió. Apenas imperceptible, la mujer del espejo le devolvía ahora una sonrisa. No una sonrisa irónica, tampoco una sonrisa teñida de rabia. Era una sonrisa de fuerza, de resolución. Abrió el cajón de su mesilla y sacó las tijeras que guardaba bajo los viejos calcetines de deporte, esos que utilizaba para ir al monte con su familia, con su tía. Sujetó con dos dedos un mechón de su hermoso pelo negro y en tan solo un microsegundo los cabellos, ahora separados de los demás, cayeron al suelo esparcidos por la alfombra de la habitación. Siguió el proceso hasta que ya no quedó ningún mechón que cortar. Recogió los cabellos del suelo con mucho cuidado y los metió en una bolsa de plástico. No tardó demasiado en sali